La música y las artes tienen un efecto poderoso en la sociedad. En la manera en que nos relacionamos y esto se debe a que tienen un efecto profundo en las regiones del cerebro que controlan las emociones. En este sentido, un niño o joven que ha recibido formación musical y artística desarrolla habilidades cognitivas, emocionales y sociales y, por lo tanto, actúa con disciplina, responsabilidad y sensibilidad en todas las situaciones y, sobre todo, reacciona de manera creativa ante las dificultades. Se reconoce como “creador” y, por ello, es capaz de sumarse en la transformación del mundo, en la búsqueda del bienestar común.

Más que entretenimiento, la música y las artes son instrumentos de educación que estimulan al cerebro preparándolo para asimilar otros conocimientos, de otras áreas de aprendizaje como las matemáticas y los idiomas, y propician la concentración y la atención. También son instrumentos para el bienestar y la salud porque aumentan los niveles de serotonina, que es la encargada de producir alegría; y de endorfinas, que aportan energía al cuerpo.